Sos irreverente como el sol,
calentando las mejillas hasta dejarlas moradas.
Sos un grito estallando, permanente,
aturdiendo mis oídos y mis historias.
Sos reclamo desmedido, demasiado,
creyendo que en mi mano está la solución.
Sos una manera distinta de relacionarnos,
aunque encontré el punto donde detenerte.
Así,
pequeño,
que eras tan pequeño,
y que dejaste huellas en el camino.
Así, mi cielo,
aunque te mueras de vergüenza,
ando pensándote estos días,
donde nos vemos y no,
pero ya no sabemos de olvidos.
Así, adolescente,
con tus dardos brutales,
y tu cariño mezquino
sos tantas maneras de verte,
que como verme,
un reflejo...
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